domingo, 1 de outubro de 2017


domingo, 1 de outubro de 2017

CRÁTER DE VOLCÁN EN LA ISLA DE PASCUA TIENE FÁCIL ACCESO A CAMINANTES Y CONDUCTORES







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Texto, Vídeos y Fotos: Ronian Carvalho

Cráter del volcán Rano Kau

A dos horas de caminata desde Hanga Roa, la única aldea de la Isla de Pascua, el cráter del inactivo volcán Rano Kau es uno de los de más fácil acceso en el mundo. Además de propiciar hermosas vistas de toda la isla, el cráter está situado al lado de las ruinas de la aldea ceremonial de Orongo, uno de los lugares más importantes para el pueblo Rapa Nui.

Calle Policarpo Toro

En Hanga Roa basta con tomar la calle Policarpo Toro (que se encuentra entre la costa oeste y el inicio de la pista del aeropuerto) hasta el punto en que se dobla a la izquierda se convierte en el camino a Rano Kau. A partir de ahí quien está en auto sigue la carretera siempre subiendo la ladera del volcán y llega al cráter en pocos minutos. Ya los caminantes encontrarán, en el mismo pliegue de la carretera, una placa a la derecha que indica el sendero a Rano Kau, un atajo al cráter por entre la vegetación.

Vista al mar desde la cueva cerca del sendero a Rano Kau

Pero antes de seguir volcán arriba, vale la pena caminar un poco a la derecha en dirección al mar para conocer una de las cuevas de la isla. Una escalera razonablemente resbaladiza esculpida en las rocas lleva a una acogedora apertura en el acantilado costero. Allí es posible ver manchas en la roca interna que, combinadas con algunas ranuras, hacen con que los visitantes imaginen diversas formas. Es un buen lugar para reflexionar sobre la vida mientras se observa el infinito del Océano Pacífico y se siente el abrazo rocoso de la isla. Pero hay que cuidarse, porque aparentemente parte de la cueva queda bajo el agua en la marea alta.

Sendero a Rano Kau, parecido a una sabana africana

De vuelta al ascenso hacia el cráter del Rano Kau, quien va caminando por el sendero pasa por diferentes tramos de vegetación. El primero de ellos es un bosque no muy denso donde hay árboles de diversos tipos y tamaños que dan un aire semitropical a esa parte de la isla. Como es un área con algunas chacras, hay que pasar por algunas cercas. Pero el camino es oficializado por las entidades de turismo y está bien demarcado, siendo difícil perderse por allí.

Vista a partir del final del sendero a Rano Kau

Después del bosque hay un largo tramo de gramíneas con unos pocos árboles retorcidos, que dan un aspecto de sabana africana al lugar. A lo largo del camino hay dos puntos de descanso con bancos bajo las débiles sombras de esos árboles. Después de caminar por unos minutos se puede mirar hacia atrás y ver toda la aldea de Hanga Roa y prácticamente la extensión total de la costa oeste de la isla.

El cráter del volcán Rano Kau con mucho viento

El sendero termina al llegar a la carretera del camino a Rano Kau. Uno sólo tiene que cruzarla y ya está en el mirador del cráter. Incluso quien ya conoce el volcán por fotos se impresiona con la grandiosidad del lugar. Con cerca de 1,5 km de diámetro, ese enorme agujero parece estar al borde de caer en el azul infinito del mar a su lado. Un lago cubierto por capas de gramíneas verde amarillas ocupa el cráter y le da un aspecto por lo que algunas personas, forzando la imaginación, lo llaman "mapa del mundo". Las laderas empinadas que descienden al lago son bastante escarpadas y también están cubiertas de verde y amarillo, además de por una agrupación de flores rosadas en determinado punto. Un sendero bordea todo el cráter que está sobre tierra y desde algunos de sus puntos es posible tener vistas increíbles de toda la isla. El viento es muy fuerte allí, así que uno tiene que tener cuidado para que cámaras, celulares y objetos personales no vuelen hacia el cráter o el mar.


Costas oeste, este y sur de la Isla de Pascua vistas a partir del borde del cráter del volcán Rano Kau

Cuando uno esté harto de tanto admirar la grandiosidad del Rano Kau, es hora de conocer la aldea ceremonial de Orongo, que se encuentra en el borde suroeste del cráter, a unos 300 metros sobre el nivel del mar. La aldea fue construida por los Rapa Nui para la realización del ritual tangata manu, en el cual eran coronados sus líderes. Desafiador para cualquier atleta moderno, el ritual del hombre-pájaro consistía en bajar las laderas rocosas de la isla para tirarse al mar, nadar unos 3 km hasta la isla Motu Nui, coger un huevo del pájaro manutara (semejante a una gaviota), que anida en el lugar, y volver a Orongo con él intacto. El primero en hacer todo esto era coronado gobernante de los Rapa Nui. Aparentemente de origen religioso, muchos aspectos del ritual aún permanecen desconocidos.

Isla del hombre-pájaro (Motu Nui)

Actualmente hay sólo cuevas y ruinas en Orongo, algunas con petróglifos que dan un aire aún mayor de misterio al lugar. Pero en el pasado habían varias construcciones con paredes de piedra y techo de paja donde los sacerdotes Rapa Nui aguardaban la vuelta de los aspirantes a gobernantes. Además del cráter del Rano Kau al lado, allí también impresiona la vista que se tiene de Motu Nui. Quien oye la historia del ritual tangata manu y ve aquel pequeño trozo de tierra en la inmensidad del Pacífico se pone pronto a pensar en cuánta bravura era necesaria para escalar las dos islas dos veces, nadar en el mar revuelto y aun buscar un huevo de pájaro.

Petróglifos de Orongo

A los visitantes se les permite entrar en Orongo una sola vez. El control se realiza por la presentación del boleto de entrada al Parque Nacional Rapa Nui, comprado al desembarcarse en el Aeropuerto Mataveri (en julio de 2017 costaba US$80 para extranjeros). Después de haberlo sellado en el centro de recepción de Orongo, el visitante puede leer los paneles y mapas informativos en el pequeño museo del local y luego conocer las ruinas de la aldea ceremonial a través del sendero autoguiado de Orongo. Los guardaparques, muchos de ellos nativos, están siempre vigilantes para que ningún visitante cabrón intente causar daños, llevarse algún vestigio histórico del lugar o hacer algo peligroso. Al salir es posible comprarse regalos que remiten a Orongo directamente de las manos de alguno de los artesanos Rapa Nui que se quedan al lado del estacionamiento. En fin, un paseo para todos los gustos, del mochilero en busca de historias y aventuras, al turista de excursión con camiseta floral y cámara fotográfica al cuello.

Orongo: senderos, gramíneas y ruinas

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